9.12.05

Tomamos el camino que lleva a San Pedro. A un lado enormes árboles, secos o con hojas que parecen hechas de cenizas. Descansamos en un entronque, hacia la derecha el ejido "Las ánimas" cuyo nombre viene de las frecuentes visiones de aparecidos en la zona, pues de esos árboles en el camino la revolución dejó a muchos enemigos y traidores colgados, escaseaban las municiones para ejecutarlos.
Grandes extensiones de tierra árida, tan agotada que ni los muertos la quieren de camposanto.

Los Terrícolas de Nestor Daniel, con "luto en el alma" (su éxito más reciente, de 1987) festejan un aniversario más del ejido Lequeitio. Tierra tan seca que de la humedad no tiene ni el recuerdo.
En Finisterre una barda semidestruida anuncia al museo comunitario Fin de la Tierra. Pero nadie sabe donde estuvo, si es que alguna vez existió.

Hay rumores, justificados por la soledad de los caminos, donde avionetas del narco aterrizan o vuelan a baja altura y velocidad para dejar su carga. Luego se alejan hasta que el cielo las devora.
Justo adelante de la zona del silencio está la mina a donde vamos, una brillante mancha blanca aplastada contra el desierto; que produce óxido de magnesio y un pueblo a su alrededor. Los lentes oscuros son necesarios si no quieres quedar deslumbrado para siempre.

En cierta parte del regreso un letrero avisa que a la derecha están "Las lilas de Mohovano", pero el camino empedrado que debería llevar a ese lugar solo dura unos cuantos metros, después la nada salpicada de nopaleras y arbustos hechos de polvo ancestral.

Otra parada del camino, alguien adereza el rumor de las narco avionetas con grupos de fuerzas especiales de la milicia, escondidos en las cuevas que abundan en las sierras cercanas de la zona. Vigilar y esperar durante días. Hasta que por fin un embarque llega, cuando las personas en tierra intentan recogerlo, los vigilantes les muestran el fruto de sus años de entrenamiento y dejan todo como si nada hubiera pasado.
Esperar otros embarques y el relevo.

Tomo las notas con la última luz natural , pensando en ordenar las ideas y tratando de hacerlo con irregular fortuna. Tras el andar de un coyote vienen abundantes la neblina y la fría noche.

Adelante en el camino y el tiempo, nos esperan de vuelta.

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