31.12.03

Es momento de cuestionar lo que somos y hacer los ajustes necesarios. La hora de renovar se acerca. Y es bueno hacerlo con todos ustedes, andar este nuevo tramo del camino, el 2004 que se avecina.

Feliz Año Nuevo!!


30.12.03

...el riesgo de acostumbrarse a sus caricias, cerca del oído palabras de sabor desconocido; labios estrellándose en cálida humedad.

Haz un esfuerzo, hasta sentir la dolorosa presencia del recuerdo a tu lado. Imagina...

29.12.03

los títulos conseguidos:

Meteora. Linkin Park.
St. Anger. Metallica.
La historia de Soda Stereo.
25 éxitos del sonido bayou. Creedence Clearwater Revival.
Kill Bill. Soundtrack.
Hail to the thief. Radiohead.
Linkin Park. Linkin Park.
You know you’re right. Nirvana.
The Matrix. Soundtrack
Live in Verona. Pearl Jam.
Audioslave. Audioslave.
LSD: Love, Sensuality and Devotion. Enigma.
Hits. R.E.M.
Return to X. Ian Simmonds.
The concise King Crimson. King Crimson.
The wall. Pink Floyd.


en este año que muere y nace a la vez la medianoche del día treinta y uno, la música tuvo mucho que ver en alegres, incomprensibles, curiosas, imprevistas situaciones.

cada persona en su mundo, cada quien su música...


26.12.03

recalentado, la parte favorita de la fiesta.

el soundtrack de "Kill Bill" es excelente para acompañar algunas lecturas o para tirarse en la alfombra y solo escuchar. gracias de nuevo Maricela.
se siente un poco extraño postear desde casa a la una de la tarde, antes de comer con tu familia, cosas que desde hacía tiempo no disfrutaba.

es posible que los días de vacaciones ayuden a mejorar a los maltrechos.


24.12.03



desde lo más recóndito, la guarida rebelde les desea lo mejor a todos en estas fiestas y el resto del año.

FELIZ NAVIDAD

23.12.03

después de dar una vuelta semiprohibida (él sabía que no debió darla pero nadie le vió hacerlo) le vino a la mente una anécdota cuya veracidad no puse en duda, aunque tampoco dí mucho crédito:

taxista: sí joven, de donde yo soy teníamos un equipo de beisbol. haga de cuenta que en el cuadro interno había tres hermanos hijos del cohetero. hacían unos castillos de luces, toritos y chifladores para las peregrinaciones a la virgen de...(claxonazo, frenón, mentada, primera velocidad, seguir) buenos pa'l fildeo los hijos de la fregada. y eso que tenían los dedos todos mochos.

pasajero: siga derecho por favor

taxista: pero en cada juego los equipos debían llevar una bola nueva y pues los centavos mi joven (el nivel de confianza subía) usted sabe no se dan en macetas. así que se buscaron un patrocinador quien vino siendo don atilano, el único zapatero remendón en varios kilómetros a la redonda. como no sabía jugar pero tenía entusiasmo y pagaba las bolas junto con los refrescos pues lo pusieron de emergente. en una ocasión de puras puntas le pegó a la bola y sabe que hizo don atilano?

pasajero: en la siguiente esquina a la derecha

taxista: le pegó y corrió a tercera (la risa le humedeció los ojos. varios minutos después continuó) pero aún así ganaron el torneo municipal y alquilaron un camión para llevarlos a jugar un torneo estatal. nomas que el camión se metió a la sierra para ganar tiempo por un atajo y nunca más los volvimos a ver, ni rastros del camión, nada.

pasajero: sabe que aquí dejeme aquí por favor, cuanto es, tome, dejelo así gracias...


"dios es mi copiloto" tenía escrito la defensa trasera

22.12.03

Cambié

de muchas formas y ninguna

después de leer el libro

borré los antiguos

descubrí nuevos pecados

leí como nunca antes

de una vez y para siempre

escrito en todo tiempo

en cada lugar

Olvidé su título

antes de ahogar la memoria

Ya no puedo leer otra cosa

mis cuencas vacías

están tapizadas con sus páginas

20.12.03



Vale decir que es posible tardar un poco en asimilarla totalmente. Y que ciertamente no tengo palabras para describirla con toda justicia. Cada uno debe verla, tomar parte en ella como quiera y disfrutarla. Las veces que sean necesarias.

19.12.03

la reunión navideña del trabajo tiene el mismo encanto que una extracción de muelas sin anestesia .

18.12.03

Había una mesa de madera en una casa cercana a la playa, entrando. Preguntó que si había llegado y una voz dijo "sí pero se cansó de esperarle y fue a dar un paseo". En ese momento no sabía quien le esperaba. Observó la playa a través de la puerta, esperando que esa persona le viera ahí. Sintió sed y al volver la mirada había una jarra con agua y un par de vasos. Pasaba sus manos por el borde de la mesa. Bebió solo media jarra de agua pensando que la persona a quien esperaba podía llegar sedienta de su paseo. El tiempo parecía moverse lentamente.
La voz dijo "está ahí sentado desde hace rato". La persona que llegó vestía de blanco con las sandalias en la mano, llenas de arena. Una fina capa de sudor. Tomó asiento y juntos vieron el atardecer en la playa como algo nuevo en sus vidas. "Tardaste en llegar pero no importa" dijo uno de los dos. Seguía viendo la playa y trataba de recordar algo importante que debía decirle. Pero sucedió entonces que cuando ya tenía en la punta de la lengua lo que quería decir, volteó a ver su rostro y le besó.
El mensaje desapareció.

17.12.03

La especie más apta.


Su aspecto casi no había cambiado en muchas generaciones, varias de las cuales eran consideradas como perdidas por su nula aportación al desarrollo humano. Las paredes manchadas de graffiti o tapizadas con todo tipo de propaganda, basura pudriéndose en cualquier sitio, menos en contenedores que los vagabundos usaban como casa u hoguera. Industrias marginales de bajos salarios o prohibidas en otros países, arrojaban vapores insanos que devoraban la existencia de los habitantes y las volvían oscuridades tan profundas, que llegaban a sus cerebros en forma de depresión.

Sin un reloj, era difícil distinguir el día y la noche en Ciudad Industrial.

En la parte de los viejos suburbios, los restos de algunas casas que se negaban a caer por completo eran ahogados por arbustos y desperdicios. Una lluvia pasajera caía con su toque ácido y carcomía todo lentamente. El calor se vistió de humedad y liberó una pestilencia insoportable. Del tamaño de perros pequeños, las ratas hurgaban el aire con sus narices de ásperos bigotes en busca de comida. El aullido de una sirena se acercó. Hubo un chillido de alarma y pronto todas corrieron cargando en sus estómagos vacíos la frustración del hambre. Detrás de ellas, se oían quejidos apenas audibles, apenas humanos.

En un cerro invadido por tejabanes cayeron los últimos relámpagos, dejó de llover. Las hierbas se agitaban a los lados porque del terreno baldío donde antes merodeaban las ratas, un cuerpo maltrecho salió tropezando consigo mismo y cayó al suelo sin meter las manos. Después de arrastrarse al borde de la banqueta agrietada por el abandono, el hombre se sentó. Le faltaba algo, no sabía aún que era, pero podía sentirlo mientras una sensación nauseabunda resbalaba por su aliento.
Los mejores años habían pasado para la patrulla que le arrojaba las luces en la cara. Tres personas en armaduras de polímero antibalas bajaron del vehículo. Uno de ellos, con una cruz verde mal pintada en el casco de acero reforzado, cargaba un maletín de primeros auxilios, los otros dos eran policías. Parecían expulsados de la cuarta guerra mundial. Todos con armas retadoras de donde emergía, en forma de municiones expansivas, un aura de silencio, la misma que cubría los crematorios y cementerios de la ciudad.
El hombre escuchó una voz cansada saliendo de un pozo profundo, supo que faltaba su memoria cuando el paramédico preguntó su nombre y no supo que responderle. Sentía miles de pasos recorrer su cuerpo por dentro, desde y hacia un punto desconocido. En la oscuridad que era el casco del paramédico podía ver reflejada su mirada perdida, y como unas manchas de color café salían de sus ojos para moverse por su cara.
Durante la revisión, uno de los oficiales con el número 1723 en su uniforme estuvo apuntándole todo el tiempo. Era mejor comunicarse por medio de los números de placa para no congeniar, conocer el nombre de los compañeros incitaba a la debilidad en un trabajo tan duro. El otro oficial -5684 era su número- detectó un bulto de apariencia irregular entre las sombras, al parecer había un cuerpo en el terreno. Quizás, en vez de un asalto, se trataba de un pleito de ebrios o drogadictos con final homicida
Dijeron al paramédico que vigilara al ahora sospechoso y estuviera alerta. Se adentraron varios metros en el terreno hasta perderse de vista.

1723 silbaba una tonada vallenata con el arma en posición semiautomática, 5684 cubría los flancos y su respiración empañaba el visor del casco.
Sobre ellos, a varios metros de altura, uno de tantos dirigibles anunciaba peleas de perros en pago por evento, patrocinadas por una marca alienígena de cerveza. Las densas nubes nocturnas enroscaban al dirigible y absorbían perezosamente sus luces de plasma.
La silueta tomaba una forma mas definida en las pantallas de los cascos, donde un número a la izquierda mostró una termografía muy baja, suficiente para ser la de un cadáver. Los filtros de aire fueron incapaces de quitar la peste que se metió en sus trajes impregnándolos. Estaba bocabajo y carcomido de varias partes, la lluvia le dio peor aspecto formando un charco entre rojizo y negro a su derredor.
Mientras 5684 vigilaba o parecía hacerlo, el otro oficial pensaba en que algo era familiar en ese cuerpo pero no podía precisar qué. Sin saber por donde, una especie de silbido salió del cadáver, un sonido parecido al vacío que succiona el aire de un espacio cerrado. Como un globo, el cuerpo empezó a desinflarse provocando que ambos se quitaran los cascos para vomitar. Se perdió el contacto de radio con el paramédico. No estaban acostumbrados a la oscuridad sin el equipo de visión nocturna, quizás por eso no creían que una cucaracha del tamaño de un zapato salía por el oído del cadáver, dilatándolo hasta reventar.
Ambos se miraron estupefactos aún limpiándose los restos de una cena chatarra, maldijeron su suerte y de un tiro destrozaron al insecto.
Los cascos en el suelo emitían una señal de audio que no escucharon, se perdieron las últimas palabras del paramédico en un chillido húmedo de sus propias entrañas.

1723 halló su casco, se agachó a recogerlo y vio un pie descalzo junto a él.
Lentamente subió la mirada, era el hombre de la banqueta llevando una masa sanguinolenta en su mano derecha de donde sobresalía apenas una cruz verde. 5684 no veía nada porque estaba tratando de voltear al cuerpo para buscar alguna identificación.
El rostro del hombre se volvió de color café, en un parpadeo cientos de cucarachas se lanzaron a la garganta de 1723 agitando sus alas, moviendo miles de veces antenas, bocas, patas; hasta asfixiarlo. Apenas hizo ruido.
Cuando 5684 pudo voltear el cadáver, halló que era idéntico al hombre de la banqueta. Preguntó a su compañero si había hallado los cascos, el silencio le golpeó duro en la boca del estómago, pero no tan duro como el horror de verlo cubierto de cucarachas, mientras una idéntica a la que habían matado salía de su boca. Intentó repetir el tratamiento pero una marea de insectos cayeron sobre su espalda derribándolo, su mano se cerró en un puñado de tierra mojada a centímetros del arma. Minutos después el hombre de la banqueta tenía en su interior tres memorias. De las emociones no quedaba nada.
Caminó de nuevo fuera del lote baldío pero esta vez con seguridad. Al pasar frente al vehículo sus luces dieron de lleno en su brazo, que se desintegró y volvió a formarse cuando entró a la oscuridad.

Cerca de alguna hora después, volvieron. Eran menos ratas de las que salieron de su guarida y su hambre aún no estaba del todo satisfecha.
Su olfato las guío a la banqueta y al baldío.







16.12.03



Philip K. Dick
Dado de alta en el sistema el 16 de diciembre de 1928.
Retirado del mismo el 2 de marzo de 1982.


si el pastor de soñadoras ovejas eléctricas aún estuviera entre nosotros, hoy sería su cumpleaños setenta y cinco. Dick es considerado por muchos uno de los escritores de ciencia ficción más interesantes del medio. varios de sus cuentos y novelas han sido llevados al cine y la televisón con mayor o menor suerte según el caso. sus temas más trabajados fueron el cuestionamiento de la realidad, el tiempo, la religión, civilizaciones alternas y seres artificiales.

la suya fue una de esas vidas que apenas podía separarse de los personajes creados en sus historias...

"La Página Preservadora" sitio en español con biografía e información de sus novelas. Recomendable.

15.12.03

Una embotelladora de licores sacó una nueva línea de vino, envasado en una botella diseñada por el hijo de uno de los dueños, quien entregó el diseño antes de ser internado en el psiquiátrico. Se produjo una edición tan limitada fue sólo a ciertos ejecutivos les regalaron una botella. Uno de estos ejecutivos la puso en su escritorio junto a unas fotografías familiares, testigos de sus apasionadas reuniones con una encargada del control de calidad de las líneas de producción. Cuando las ventas cayeron, hubo problemas con clientes, proveedores y trabajadores; este ejecutivo tenía, además, problemas con su familia porque había descubierto su romance. Agobiado pero y, sobre todo cobarde, se pegó un tiro manchando todo el escritorio menos la botella. Las fotos de su familia recibieron la mayor parte de su sangre, sesos y desprecios. Como su oficina tenía vidrios a prueba de ruido, cortinas oscuras y un horario ejecutivo, nadie se dio cuenta hasta que el olor se hizo demasiado irritante.
El seguro de vida no cubría suicidios, así que la viuda del ejecutivo solo recibió un pésame rápido, una corona que se marchitaba y la cuenta del sepelio; los efectos personales del difunto ya estaban a la puerta de su casa cuando volvieron del funeral, en una tarde tan gris como el féretro.

La botella fue colocada sobre un librero que dominaba la sala. Estuvo a punto de caerse varias veces con los tropiezos de la viuda en sus noches de insomnio: tenía una casa, dos hijos y un perro que estaban sobre sus hombros y bajo su responsabilidad; si con su esposo era difícil, ahora más.
Pasó el tiempo y conoció a una mujer que la hizo sentirse diferente. Tanto, que la invitaba a su casa los fines de semana. Hablaron primero y siguieron hablando, pero después de hacer el amor. A su nueva pareja le gustaban los placeres pasados por buen vino, por eso se llevó la botella en un caluroso atardecer.


El amanecer fresco del día siguiente fue uno de esos que permitían guardar varias cosas en sacos que luego salían vacíos de la tienda del paisano. En uno de esos la botella cumplió la función de regalo que la chica hizo al paisano; quien tenía una novia que vivía en el segundo piso de su tienda, entre televisores, computadoras, revistas, juegos de video y otros tesoros. Justo cuando las lluvias empezaron la novia del paisano preparó una comida
tan deliciosa que él se durmió y hasta ahora no ha despertado, por eso no se dio cuenta que su novia se había ido. Durante el viaje a otra ciudad la novia del paisano se acabó el vino de la botella. No era mucho de todas maneras, pero si suficiente para crearle una afición muy especial por ese tipo de bebida. En la otra ciudad se arrimó con una prima que le enseñó a echar las cartas y a leer la palma de la mano.
Empezó leyendo la fortuna en las plazas, pero los policías molestaban mucho, así que arregló un cuartito en casa de su prima, el cual no tenía foco así que la botella tuvo que servir como candelabro, y en cierta forma daba un aire profético de misterio. Fue tan buen candelabro que cuando un señor se molestó por las cartas que le tiraron, la botella rompió la cabeza de la chica y permaneció intacta.Pero la vela empezó un incendio que arrasó varias casas, entre esas la de la prima, quien se casó con un bombero tartamudo que la sacó en brazos del incendio.

Un viejo caminaba por las calles ?el frío empezaba a colarse- buscando cartón,
periódicos, latas y botellas. Se sentó en las ruinas para fumarse un cigarro y rascar sus cabellos duros. Cuando tiró la colilla vio asomándose entre unas piedras el pico de la botella: le gustó y cargó con ella. Como había quedado ahumada el viejo trataba de limpiarla con una estopa y agua en una gasolinera. Los despachadores se burlaban del viejo, por eso no vieron la cara de los asaltantes que les pusieron las pistolas en la nuca mentándoles la madre al exigirles el dinero. En el callejón que estaba a unos metros de
la gasolinera el viejo orinó sobre los cartones para hacerlos mas pesados, los puso a secar mientras comía tamales y luego durmió un poco antes de ir a la planta recicladora donde le pagaron suficiente para comer un día más, pero en lugar de eso compró en una farmacia alcohol del noventa y seis que puso en la botella. Debajo de un puente dormía el viejo. En una de las columnas había un orificio donde guardaba dos fotos viejas y amarillentas, las veía como todas las noches, con la luz cansada de una lámpara mercurial, bajo la cual
un hombre vestido de mujer esperaba clientes. Bebía, hablaba, bebía, lloraba, maldecía y bebía, casi sin despegar los labios de la botella, a veces en diferente orden. Amaneció. Los rayos del sol chocaban contra la botella, inmóvil en el suelo. El forense levantó el cadáver. En una planta procesadora de desechos el fuego del horno abrasó un mar de botellas.


13.12.03

el insomnio es agradable cuando se trata de pensar en tí

12.12.03

Monterrey. Posada Blogger 2003.

Martes 16 de diciembre a partir de las 8:00 PM
Lugar: La Pirámide (Isaac Garza y Álvaro Obregón). Música en vivo, buen ambiente.
Cooperación para la cena $ 30.00
La cerveza corre por tu cuenta.

La cooperación se recogera el mismo día, pero es importante que confirmen su asistencia para hacer el pedido de la cena.

Pueden confirmar escribiendo al correo de nuestra organizadora maricelahinojosa@hotmail.com o en el Tagboard de http://retratodeunsueno.blogspot.com/



como en el día de la graduación, las últimas navidades y fiestas de año nuevo, cumpleaños y aniversarios de bodas. otra fecha negada, una esperanza de verle sin fuerzas para seguir de pie. como ha sido en las fechas importantes durante los últimos años el obsequio, guardado, no salió de su envoltura. ayer fue su cumpleaños número cincuenta. nos quedamos esperando su llegada.

11.12.03

Hubo una época en que los sistemas de cómputo y su estudio me absorbieron por completo. Acababa de leer "Neuromante" de William Gibson y todo dispositivo que tuviera acceso a la red me parecía una puerta a cualquier lugar y a ninguna parte. Eran días en que solo absorbía información, en ocasiones, sin pensar en su utilidad posterior.
El siguiente amasijo de letras viene de ahí, de los tiempos del ordenador como medio y fin de todas las cosas.

versión 1.0

Despierto de la realidad a un software condenado.

En una oscuridad hecha monitor los dedos rozan arena verde, vista de cerca

son millones de bits.

Fantasía multimedia llena el ancho de banda de las venas, sangre

ligada a la conciencia transmuta a silicio.

Un virus gusano se enrosca a la memoria, el programa carga de nuevo los

sueños.

Se reinicia el sistema.




9.12.03

Había salido a caminar. Desde hace varios días estaba aburrido de la misma actitud cuestionable de aquéllos que insistían en conocer la naturaleza de mis actos. El tiempo aquí no cambia, siempre parece ser otoño.


En una esquina la mujer repartía volantes que no todas las personas tomaban. Algunos incluso lanzaban inútiles miradas de odio contra su cara soriente. Me quedé parado en medio de la banqueta viendo sus movimientos. Luego quise ir hacia ella pero mi cuerpo no obedeció. Entonces, uno de lo volantes fue traido por una ráfaga de viento hasta mis pies. Tomé el papel, era corriente y su mensaje a una tinta decía Fantásticos viajes en abonos. Informes en... y ahí fue cuando el viento me lo arrebató. En ello vi la oportunidad de acercarme para hablarle con el pretexto de pedir un volante. Pero ya no estaba ahí.

Recorrí varias calles y fue hasta mucho después, cuando el campanario de una iglesia invisible dió la hora, que recordé la pasada inmovilidad de mi cuerpo.
Me hubiera gustado sentir algo diferente. Hubiera preferido el miedo y no la sensación de un viajero para quien el trayecto termina antes de comenzar; pues cuando volvía a casa hallé en el bolsillo un volante con estas líneas escritas:

...(tres o cuatro líneas ilegibles)

- ¿Por qué explicarlo? Acaso porque soy una persona desconocida y estoy hablando contigo.

- ¿Y cómo sabes que no te conozco? No puedes asegurarlo.

- Entonces, aceptarás lo que digo...

- Aceptaré lo necesario, nada más.



La letra no era mía. No la reconocí.





8.12.03

sabes que esta historia es tuya, yo solo acomodé las letras...

--------------------------------------------------

Cada final encierra un principio.

El tercer piso de un antiguo edificio de oficinas, en el cruce de calles que han cambiado varias veces de nombre, alberga al taller de César. Ahí los cuerpos se decoran al gusto de sus clientes, coleccionistas de formas coloridas y adornos metálicos traspasando la carne.


Adriana había soñado despierta una mariposa que cambiaba sus colores cuando platicaba con ella, las cosas habladas se olvidaban al despertar, pero regresaban con el vuelo del insecto. Solo existía una forma para retener esas ideas por siempre: llevaría la mariposa consigo en un tatuaje que cubriera la parte final de su espalda, así nunca mas se alejaría. Hizo una cita que pospuso dos veces.


El taller asemejaba una colmena por los zumbidos de máquinas perforadoras
trabajando la piel de seis personas, adelante de ella había otras cinco. Hojeó los catálogos viendo imágenes, pesadillas, paisajes y locuras de la imaginación humana. Sobre el marco de la puerta que separaba las mesas de trabajo y la
sala de espera, colgaba un pergamino de extraños caracteres enmarcado con raíces. Preguntó a la recepcionista. Se trataba de un acertijo de César, aquella persona capaz de descifrar el mensaje oculto del pergamino, ganaría un premio, una sorpresa. Muchos habían tratado pero esos caracteres no tenían parecido con ningún alfabeto. Las paredes mostraban mas diseños; sin orden aparente convivían imágenes religiosas y demoniacas, flores con serpientes, cráneos en llamas al lado de figuras mitológicas, desnudos con dedicatoria en letras góticas.

Afuera, Ciudad Industrial se consumía en la primavera más calurosa en veinte años.


Atravesó la ventana, sin mover casi las alas, sus colores rotaban al compás de la respiración tranquila de Adriana. Se posó en varias imágenes de las paredes, con la mirada siguiendo su aleteo silencioso, sin prisas porque el tiempo parecía tomar un descanso y las dejaba volar a las dos, una de ellas ni siquiera se levantó de la silla.

La sala de espera se puso de cabeza, varios símbolos que la mariposa había tocado antes de posarse sobre la rodilla derecha de Adriana, coincidían con los caracteres del acertijo. Sintió necesidad de parpadear, al hacerlo cada símbolo se desdobló en una letra, el sentido dio a luz un mensaje firmado con una advertencia, todo enmarcado con raíces.
Adriana reaccionó cuando la recepcionista dijo por tercera vez que era su turno.

Tenía la respuesta al acertijo, pero solo podía decírselo a César. Las máquinas dejaron de trabajar, uno de los tatuadores dejó a medias un árbol bonsái y fue a tocar la puerta del privado. Adriana pasó a una obscuridad que no asustaba, al menos no tanto como la habitación y el aura de su dueño. La luz se hizo al sonar una palmada.


César parecía un trozo más de las paredes que de repente había tomado vida, saltando de cualquier parte de la habitación para tatuar a las personas, y enseñar a otros como hacerlo. Los colores eran tan brillantes que parecían recién aplicados, sus dibujos eran una mezcla de eras históricas. Cada uno de los sentidos estaba perforado en su cuerpo, las orejas tenían arracadas; cuando habló para saludarla, ella pudo ver el tímido brillo de una esfera en su lengua, dos clavos atravesaban su nariz, a través de las cejas un tornillo se abría paso.

El humo del incienso bailaba hasta desaparecer, olía a recuerdos. La voz que le
invitaba a sentarse, sonaba con deseos de perderse lo antes posible. Los muros impedían que el sonido entrara, o saliera. Sin perder tiempo, César preparaba tintas de variados colores, guantes y mascarilla quirúrgicos.

Pasó la mirada sobre un acetato plástico con datos generales acerca de Adriana: primer tatuaje, cero enfermedades; ningún piercing aún, pero el día era joven. Con su ronroneo el autoclave esterilizaba las partes móviles del aparato que sujetaba la aguja, lista para salir de su empaque al vacío. Arrojando el acetato fue por agua fresca que sirvió en vasos hechos con barro.

Su taller, decía César, era el último que trabajaba la antigua escuela.
Ahora bastaba escanear el diseño, o crearlo en computadora, colocarse bajo un brazo mecánico y dejarse marcar como mercancía. A cada movimiento que hacía, por más pequeño e insignificante que fuera, Adriana se sentía diferente. Podía contar las veces que la aguja bañada en tinta picaba su carne. Frente al sillón donde estaba sentada dando la espalda a César, un arcoiris hecho de peces flotaba con cadenciosa pereza, contenidos en una pieza de cristal sostenida del techo con enredaderas.

Identificó el último piquete, la mariposa jamás se iría de su lado. Le pidió la
respuesta cuando terminó el tatuaje. Es una frase que indica el final del camino para César, y como cada final encierra un principio, este pertenecía a Adriana, el inicio de su turno como guía de los últimos artistas tatuadores.
La frase también decía quién llegaría a suplirla en un futuro, descubriéndolo por medio del acertijo, el cual cambia con cada nuevo relevo. Y si hubiera hecho trampa en su respuesta, el tatuaje abriría su carne tocando una sinfonía de dolor, con el gran final de una cicatriz imposible de borrar. Al salir ambos, las personas estaban en la misma posición cuando Adriana entró a la habitación, así era como asimilaba cada uno el cambio de su guía, sin despedidas. César explicó a Adriana que al irse, empezaría a comprender su
papel, mientras desaparecía lentamente al confundirse con el mar revuelto de personas.

Al subir las escaleras Adriana sintió germinar un recuerdo desde su espalda.







7.12.03



Habrá que verla otra vez y conseguir el soundtrack.

5.12.03

Donador.


Colgó el teléfono de golpe. La mentada de madre se perdió en el departamento: en la televisión un comercial del Gran Hermano.

- Me asaltaron, cabrón, a cualquiera en esta pinche ciudad de mierda le puede
pasar, sí, a dos cuadras de la casa, ajá, bueno fue mala suerte que me quitaran el dinero que te debía, dame chance, órale pero...

Ahí le habían colgado.

Diego iba a beberse dos dedos de tequila con refresco de toronja para bajar la
comida (no le gustaba comer en la cafetería del trabajo), cuando vio en el noticiero de la una, el anuncio que solicitaba urgentemente sangre de cualquier tipo para un paciente del Hospital Central. Había que preguntar en el banco de sangre de la unidad de urgencias.

Apagó el televisor, vio la hora. Ese hospital quedaba cerca del camino que recorría para ir a su trabajo. Sólo debía desviarse un poco, unos minutos de su tiempo ayudarían a una persona. Tiró la bebida en la maceta que le habían regalado los tíos de su ex. La tierra se tragó el líquido rápidamente, antes de que la planta se marchitara otro poco.

El auto seguía en el taller. De no haber sido por eso quizá no lo habrían asaltado. Pidió un taxi. Hacía mucho calor para ser los últimos días del invierno, (¡ tenía que tocarle un taxi compacto!) ¿ Por qué se tomaba tantas molestias ? No conocía a esa persona, ¿qué sabía de él? Exacto, nada. Y si hubiera optado por irse directo al trabajo, nadie excepto él mismo, le habría reclamado.

Estuvo a punto de decirle al taxista que tomara otro camino, cuando en la radio del auto anunciaron una manifestación obstruyendo la vía rápida. Los manifestantes protestaban por la guerra sucia que el gobierno llevaba a cabo contra los opositores al régimen de Ciudad Industrial. No hubo mas remedio que tomar el camino del hospital y seguir con el plan.

- Solo espero llegar antes que los heridos de la manifestación.

- Que se pongan a jalar esos cabrones. Por gente así, estamos como estamos- lamentó el taxista peleándose con la palanca de velocidades.

?¿ Por cuál gente? ¿ellos, nosotros, todos ?? Pensó Diego checando la hora.

Parecía que media ciudad había tomado ese mismo camino. El tráfico era desquiciante y los tránsitos brillaban por su ausencia. El taxímetro seguía marcando, el chofer no tenía prisa. De seguro lo había alterado. Pagó y se bajó desesperado. Era demasiado tarde para regresar y tomar la vía rápida. Mejor haría tiempo donando su sangre.

Caminaba con un sol implacable sobre su cabeza; vestía camisa de manga larga; se quitó la corbata mientras entraba a una tienda de abarrotes, de esas que parecen jaulas con el mostrador enrejado. Un señor pensativo bebía un refresco, él pidió un bote de agua fría. Le dieron uno al tiempo. Estaba pagando cuando el hombre pensativo gritó que era un asalto, apuntando con
una escuadra nueve milímetros. El dependiente estaba harto de los asaltos y también sacó una pistola.
Las balas atravesaron bolsas, pulmones, botellas, cráneos, cajas, clientes.

A Diego le tocaron tres tiros, una camilla sucia y un hospital lleno de manifestantes heridos. Las heridas muy graves, las esperanzas y los médicos, pocas. Su última mirada fue a dar en la camilla de enfrente, el paciente que estaba ahí y para quien iba a donar sangre, era el mismo tipo que le robó el dinero hace unos días, a dos cuadras de su casa. Diego murió porque el banco de sangre no tenía de su tipo, uno muy raro.
A pesar del aviso en los noticieros, no hubo donadores.


En el departamento, el teléfono sonó varias veces. La planta dejó de marchitarse.


4.12.03

La imaginación, como la curiosidad, es el motor del aprendizaje, del conocimiento. Si uno no se imagina hacia delante, hacia el futuro, o hacia atrás, cómo fueron las cosas o cómo podrían ser, pues uno no puede avanzar hacia nada. Uno tiene que armar hipótesis y allí juega un papel importante la imaginación.


No solo de libros vive la lectura.
Entrevista con Rodolfo Castro.
La Insignia. Noviembre 2003


3.12.03

La oscuridad de tu cabello devora los dedos del viento

el hechizo que tienes por mirada secuestra la mente

Abrazado por la seda de tus brazos

el cuerpo es una frontera que se abre con aliento ajeno,

los deseos palabras escurriendo por tu pecho

hacia un dibujo de selva oculta entre tus piernas

torres de carne envidia del marfil.

2.12.03




La variedad.

Cinco pisos bajo tierra, la taberna de Kramer era un lugar famoso para las tropas estacionadas cerca de la frontera sur. Las paredes de hormigón reforzado (antes era un refugio antiaéreo), estaban tapizadas con posters de nudistas, recortes de periódicos, fotos y medallas de soldados muertos. El grupo de amigos mostró sus permisos de descanso en la entrada para después ganarle una mesa cerca de la barra a unos pilotos. Que ambiente.

El aire enrarecido por sudor, humo de tabacos extraños, perfume barato de chicas suaves y amables, un aire acondicionado que no se daba abasto, música alucinante para no desentonar. Las botellas iban de un lado a otro llevando licores fuertes, bebidas exóticas e incluso si sabían pedirse, drogas sintéticas o naturales. En la mesa junto a la barra, Donovan apuraba el segundo trago de la que esperaba fuera una serie muy larga, las pláticas giraban alrededor de planes futuros, compañeros caídos, rumores y anécdotas exageradas, mientras al otro extremo del bar unas luces débiles caían sobre un escenario pequeño que el tabernero barría; habría variedad en la taberna de Kramer.

Empezaba la segunda ronda.

- ¡ Ahora, directo de los mundos externos la belleza hecha voz, Lilly Marlene! - anunció Kramer.

Apenas unos cuantos voltearon a verla, lentamente una silueta salió a la escasa luz, se veía nerviosa con ganas de correr a la primera oportunidad. Sus primeras notas fueron inaudibles pues el murmullo de las mesas era más fuerte que su voz; quiso retroceder a la seguridad de las sombras pero el tabernero le apuntó con su escopeta, de nuevo empezó a cantar con el
miedo detrás de su espalda una melodía de amores fugitivos y recuerdos dolorosos.Kramer bajó la escopeta y abrió sus oídos. Donovan sostenía el vaso sin beberlo, un cigarro se consumía en sus labios sin fumarlo.

- ¡ Mucha ropa ! - gritó una voz alcoholizada.

Lilly cerró los ojos buscando un recuerdo que le hiciera olvidar donde estaba pero no halló ninguno en su memoria. Donovan estaba tan absorto escuchándola que rechazó un pase de polvo blanco, entonces sus amigos se dieron cuenta de Lilly Marlene y su voz, pero sobre todo del cuerpo esbelto metido en un vestido negro con marcas rojas, el no tener mangas dejaba descubiertos unos brazos delgados, la minifalda mostraba unas piernas torneadas envueltas en la seda artificial de unas medias transparentes, tenía una piel tan blanca que excitaba su contraste con la ropa, con todo el bar.

Los murmullos se apagaban las botellas seguían al mismo nivel, esa voz (la canción ya no importaba) sacó lágrimas de nostalgia a hombres que habían olvidado como sentirla porque solo tenían presente la certeza de una muerte fácil al menor descuido. Ella tendía un puente entre el cabo y su familia, la madre y sus hijos los soldados rasos; un puente que salvaba la
distancia entre el recuerdo y la tropa reunida en la taberna de Kramer, algo que ni la mejor cerveza había logrado hasta ahora.

Cuando terminó de cantar, aullidos chiflidos aplausos y piropos estallaron, nunca desde que habían traido una rocola nueva se escuchó tanto alboroto, resonaba el grito unánime de otra otra otra.

- Entre mas tragos más canciones amigos - dijo Kramer.

Los meseros no se daban abasto, los barriles de reserva especial fueron vaciados, algunos empeñaron lo que tenían a la mano para conseguir más tragos. En la mesa de Donovan se sacrificaron un encendedor, dos relojes y una sortija para costear dos rondas más; esa noche no habría putas solamente la voz de Lilly Marlene.
Más de uno veía a la chica con una lujuria acumulada en meses de servicio militar, el último whiskey decidió todo pues un amigo de Donovan se levantó en dirección al escenario, solo quería invitarle una bebida a Lilly después de cogérsela claro. Kramer le dijo que se alejara, solo cantaba no era prostituta. Un empujón con su respectiva mentada de madre desató la locura en la taberna de Kramer.

Volaron mesas, botellas, golpes, sillas y hasta disparos, algunos caían rápido por lo mucho que habían bebido, otros huyeron como podían porque la policia militar llegaría pronto; después las cosas se calmaron porque no quedaban más objetos que lanzarse ni a quién apuntarle, los cuerpos resbalaban en la suciedad mezclada con sangre, pedazos de mesa, barajas y escupitajos en el piso, se podían escuchar quejidos, el crujir de los vidrios bajo las botas, las paredes quedaron desnudas porque hasta las medallas se robaron.

Donovan sintió calor húmedo en la nuca porque la sangre salía de una herida en la cabeza, pisó el cadáver de un amigo suyo sin darse cuenta mientras caminaba al escenario, un líquido blanco resbalaba desde el lugar donde vió caer a la chica, la halló convulsionando unos segundos antes de quedarse quieta para siempre. Tomó un poco del líquido con los dedos y olió, era fluido energético para androide, salía por la boca, nariz y casi todos los agujeros que le dejaron a Lilly después de la pelea.

El asombro de Donovan crecía al ver a Kramer recogiendo su brazo derecho, le faltaba el ojo del mismo lado.

- No me veas así estúpido, nadie quiere trabajar con militares humanos, es más fácil y barato traer androides- dijo Kramer escupiendo un par de dientes con líquido blanco.

- La verdad no te culpo tienes razón Kramer, ¿ cuándo será la próxima variedad ?-

Lo dijo caminando hacia la puerta, dándole la espalda.





We are sorry, but a temporary problem is preventing
your request from being completed.

The system administration team for Blog*Spot has been notified.

Error: 500


1.12.03

Es como si Merlina Addams hubiera madurado. Así se veía ella. Caminando por la calle de los orientales parecía un hoyo negro que absorbía las luces navideñas con que todo estaba decorado. Hay mucha distancia en sus ojos cuando mira. Cuatro pilas de las que duran y duran más por diez pesos. Este año la navidad vendrá a veinticinco grados cortesía del calentamiento global y la única nieve será de aerosoles enlatados, uno por veinte tres por cincuenta y cinco.
Casi se pierde de vista al pasar un diablito cargado de imitaciones originales calvin klein. Los altavoces anuncian ofertas en español y en coreano insultan a la competencia entre cada canción, rimas de hip hop y cumbias en doble sentido. Enfrente hay un pordiosero que usa lentes sin cristal y está haciendo cuentas en el aire sentado en la orilla de la banqueta. Merlina mira al mismo sitio donde apunta el hombre, después se acerca y al oído le dice algo. Sonriendo se aleja. Te hace sentir como el rey de ninguna parte. Las personas no permiten avanzar, parecen protegerla mientras desaparece. Hay en oferta luces navideñas de fibra óptica capaces de cantar villancicos.
Antes de que los comerciantes bajen las cortinas de acero en sus tiendas, de que los ambulantes vuelvan a las sombras, antes de que Merlina sea solo un recuerdo hecho con prisa: el pordiosero abre mucho los ojos, corrije algo en sus cuentas y lanza lo que suena como el último grito del mundo.

This page is powered by Blogger. Isn't yours?