5.12.03

Donador.


Colgó el teléfono de golpe. La mentada de madre se perdió en el departamento: en la televisión un comercial del Gran Hermano.

- Me asaltaron, cabrón, a cualquiera en esta pinche ciudad de mierda le puede
pasar, sí, a dos cuadras de la casa, ajá, bueno fue mala suerte que me quitaran el dinero que te debía, dame chance, órale pero...

Ahí le habían colgado.

Diego iba a beberse dos dedos de tequila con refresco de toronja para bajar la
comida (no le gustaba comer en la cafetería del trabajo), cuando vio en el noticiero de la una, el anuncio que solicitaba urgentemente sangre de cualquier tipo para un paciente del Hospital Central. Había que preguntar en el banco de sangre de la unidad de urgencias.

Apagó el televisor, vio la hora. Ese hospital quedaba cerca del camino que recorría para ir a su trabajo. Sólo debía desviarse un poco, unos minutos de su tiempo ayudarían a una persona. Tiró la bebida en la maceta que le habían regalado los tíos de su ex. La tierra se tragó el líquido rápidamente, antes de que la planta se marchitara otro poco.

El auto seguía en el taller. De no haber sido por eso quizá no lo habrían asaltado. Pidió un taxi. Hacía mucho calor para ser los últimos días del invierno, (¡ tenía que tocarle un taxi compacto!) ¿ Por qué se tomaba tantas molestias ? No conocía a esa persona, ¿qué sabía de él? Exacto, nada. Y si hubiera optado por irse directo al trabajo, nadie excepto él mismo, le habría reclamado.

Estuvo a punto de decirle al taxista que tomara otro camino, cuando en la radio del auto anunciaron una manifestación obstruyendo la vía rápida. Los manifestantes protestaban por la guerra sucia que el gobierno llevaba a cabo contra los opositores al régimen de Ciudad Industrial. No hubo mas remedio que tomar el camino del hospital y seguir con el plan.

- Solo espero llegar antes que los heridos de la manifestación.

- Que se pongan a jalar esos cabrones. Por gente así, estamos como estamos- lamentó el taxista peleándose con la palanca de velocidades.

?¿ Por cuál gente? ¿ellos, nosotros, todos ?? Pensó Diego checando la hora.

Parecía que media ciudad había tomado ese mismo camino. El tráfico era desquiciante y los tránsitos brillaban por su ausencia. El taxímetro seguía marcando, el chofer no tenía prisa. De seguro lo había alterado. Pagó y se bajó desesperado. Era demasiado tarde para regresar y tomar la vía rápida. Mejor haría tiempo donando su sangre.

Caminaba con un sol implacable sobre su cabeza; vestía camisa de manga larga; se quitó la corbata mientras entraba a una tienda de abarrotes, de esas que parecen jaulas con el mostrador enrejado. Un señor pensativo bebía un refresco, él pidió un bote de agua fría. Le dieron uno al tiempo. Estaba pagando cuando el hombre pensativo gritó que era un asalto, apuntando con
una escuadra nueve milímetros. El dependiente estaba harto de los asaltos y también sacó una pistola.
Las balas atravesaron bolsas, pulmones, botellas, cráneos, cajas, clientes.

A Diego le tocaron tres tiros, una camilla sucia y un hospital lleno de manifestantes heridos. Las heridas muy graves, las esperanzas y los médicos, pocas. Su última mirada fue a dar en la camilla de enfrente, el paciente que estaba ahí y para quien iba a donar sangre, era el mismo tipo que le robó el dinero hace unos días, a dos cuadras de su casa. Diego murió porque el banco de sangre no tenía de su tipo, uno muy raro.
A pesar del aviso en los noticieros, no hubo donadores.


En el departamento, el teléfono sonó varias veces. La planta dejó de marchitarse.


Comments: Publicar un comentario



<< Home

This page is powered by Blogger. Isn't yours?