6.6.06

acordamos vernos a las siete en la estación enlace del metro.
por más que trato no logro esconder el obsequio que traigo como símbolo de paz y muestra de buena voluntad después del incidente el fin de semana; la bolsa es demasiado llamativa y contrasta con la austeridad de los alrededores. además trato de leer una novela corta o cuento largo según se vea, "sintiendo que el campo de batalla..." y eso garantiza que más de una mirada entre curiosa y divertida llegue a mí.
ningun aire acondicionado basta cuando ciudad industrial es una sucursal del infierno.
una mujer con un acento foráneo que no identifico me pregunta por la salida, agradece la respuesta con el gesto que igual puede usar para pedir la cuenta en un restaurante o iniciar un operativo policiaco. no hay bancas en esta parte de la estación y me duelen los pies.
el infierno está en la mente, dice uno de los personajes de ese libro de jose agustín "se está haciendo tarde"
un hombre y su hijo me preguntan como llegar al subterráneo, no sé como pero despues de repetir varias veces unas sencillas instrucciones, veo que toman un camino equivocado. ni siquiera me muevo para decirles que van en sentido contrario.
desarmados, los guardias de seguridad del metro son distracciones para que los infiltrados, vestidos de civil, se desplazen con facilidad entre los pasajeros. ignoro si ellos van desarmados también.
por fin llega y el obsequio cambia de manos. no quiere abrirlo aquí y estoy de acuerdo.
atraemos más miradas cuando unimos nuestras sonrisas en un beso, en nuestro paraíso particular.

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