23.2.05


16.2.05

El encargo.

I.
El inevitable colapso de los gobiernos puso a las corporaciones al frente del poder.
Extinguieron toda expresión artística que no fuera útil en un estado de resultados.
La música por ejemplo. Sistemas de creación, almacenamiento y distribución fueron monopolizados por los adeptos al canto de las máquinas. Por medio de mensajes insertados en todo aquello que pudieran captar, los sentidos eran sometidos a una salvaje sobreexplotación comercial.
El canto de las máquinas consistía en paquetes de ondas sonoras procesadas y dirigidas a partes específicas del cerebro para ser absorbidas con mínimo esfuerzo y máximo gozo.
Sin interpretación, cuestionamiento o imaginación; solo se absorbía.
Apoyada en una propaganda distribuida con eficiente saña, el rock & roll, cuya esencia y mensaje básicos eran incompatibles con la visión rígida y utilitaria de la maquinaria corporativa fue señalado como la raíz de todos los males: las drogas, el desempleo, la violencia, los ovnis, la pérdida de valores, la crisis económica.
La culpa de todo, según ellos, era del rock y sus seguidores
Fácilmente y en poco tiempo pasaron del acoso a la agresión.

Y al conjunto de operaciones encaminadas a desaparecerlos, le llamaron reajuste.


Cuando tomó el encargo, su condición estaba muy alejada de los buenos tiempos.
Rob se mantenía en funcionamiento haciendo los trabajos aún más indignos con tal de no ser clasificado como inútil. Nuevas máquinas lo desplazaron no solo por ventajas técnicas, sino porque carecían de ciertas limitaciones que las volvían preferidas por los consumidores.
Rob pasó ciclos enteros de procesamiento evaluando la forma de vengarse. Y la forma vino a él.
Recibió un anticipo, instrucciones para destruirse después de leerlas, el nombre de una
ciudad desconocida y una maleta cubierta con un aislante de humedad, polvo y electromagnetismo.
Tiempo después, cuando parecía seguro abrirla, vio en su interior un impresionante acomodo para cientos de discos miniatura de alta capacidad etiquetados y clasificados por un sistema que Rob aprendió más tarde en el viaje.

Un contacto que faltó a la cita debía recibir la maleta, entregarle el resto del pago con una nueva identidad y el pasaje a un sitio lejano. Trató de localizar a quienes le dieron el encargo, pero cuando estaba a punto de hacerlo, todos los medios de comunicación anunciaron en coloridas imágenes de alta definición y sonido envolvente la desintegración de una red de criminales culturales. Era su contacto al que señalaban como el líder.
Antes de sentir al pánico arrastrarse por su procesador rentó un cuarto y consiguió componentes de segunda mano para cambiar su aspecto.
También se hizo de un reproductor musical desechable. Esperaría a que las cosas se calmaran y sobre todo, a que algo parecido a un plan surgiera de sus viejos circuitos. Pasaron varios días. Surgió como una anomalía sin aparente explicación y después comprendió que la única oportunidad de salvar la situación era una idea descabellada, descaradamente parecida a una idea humana.

Tomó un disco al azar y lo puso en el reproductor.
Rob conectó el cable a su terminal auditiva, consciente de que si algo salía mal, quedaría en tal estado que ni siquiera serviría como desperdicio.
Era un día veintisiete de cierto mes cuando abrió el canal de audio y cerró los ojos.
La existencia se alejó con las primeras notas.


Defragmentación de memoria fallida. Montado en el trueno un vaquero del infierno se deja llevar al otro lado por el hombre que vendió al mundo. Alerta: Capacidad de memoria al límite. Un ladrillo más cae del muro antes de subir por la escalera al paraíso. Sobrecarga del sistema inminente. En las sombras nada
más importa.
Recursos insuficientes para completar funciones vitales. La oscuridad y el silencio son golpeados por una roca, la creación se estremece. Surgido de las entrañas, un calambre propagándose con rapidez incendia las terminales nerviosas.
...reiniciando.

II.
Cuando los nuevos inquilinos del cuarto llegaron, encontraron un ser artificial fuera de servicio junto a una maleta llena de material ilegal . El material fue analizado por burócratas especializados en nada y una orden lejana lo destruyó. Los inquilinos eran trabajadores de una estación de radio a donde llevaron a Rob para tratar de arreglarlo o por lo menos aprovechar algunas piezas. Tres días después de su reparación, desapareció.También faltaban herramientas electrónicas y equipo para manipular e interceptar canales del sistema. Sus dueños, ocupados en programar y transmitir el canto de las máquinas, notaron las ausencias hasta fin de año.


La ciudad filtraba sus defectos a los habitantes. Todas las estructuras parecían usadas y desarmadas en otra época para ensamblarse nuevamente con la evidente intención de dejar que se pudrieran.
Cada víspera de año nuevo se liberaba una magna producción para ambientar las
festividades. Entre las sensaciones provocadas por los estimulantes legales, se anunciaban nuevas leyes y aumentos de precios en los servicios.
Desde su ubicación Rob esperaba atento las reacciones de la multitud. No había forma de checar las conexiones hasta que empezará a infiltrarse en la transmisión.
Tampoco sabía que pasaría una vez liberada la música que su organismo retenía cada vez con mayor dificultad, los estados de trance duraban cada vez más tiempo, luego venían las mareas de pulsaciones similares a jaquecas atravesándolo todo.
El riesgo de caer nuevamente en shock y que toda la música quedara atrapada con él en un limbo inaccesible para los demás, era muy grande. Pero aún más grande eran los deseos hacer algo diferente, ir contra lo establecido, recordar que algo no está bien solo porque la mayoría lo hace, dice o sigue.
A través de periódicas descargas distintos grupos de canciones entrarían en las señales de los medios de comunicación. Cuando fueran detectadas y trataran de eliminarlas, un programa arrebatado con los equipos de la estación las reproduciría en proporción geométrica, saturándolos.
Haría el encargo y que las personas eligieran por si mismas.
Se anunció el nuevo canto de las máquinas. Iniciaron las secuencias.
Lo último que Rob supo de si mismo fue una violenta sacudida, un grito que golpeó sus sentidos como una roca.

Desconcertada. El nuevo año halló a la ciudad con las venas saturadas de los acordes de un viejo y a la vez nuevo rock & roll.

9.2.05



2.2.05

Sonaba esa absurda pegajosa melodía donde los sentidos estallan para dejar sus límites. Silenciosas extremidades deslizaban caricias recicladas frente a una colección de dolores olvidados en el fond0 de botellas. Un instante detonado. Después todo se volvió un presagio ignorado: el sicótico episodio de una deidad sin creyentes.

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