23.12.03

después de dar una vuelta semiprohibida (él sabía que no debió darla pero nadie le vió hacerlo) le vino a la mente una anécdota cuya veracidad no puse en duda, aunque tampoco dí mucho crédito:

taxista: sí joven, de donde yo soy teníamos un equipo de beisbol. haga de cuenta que en el cuadro interno había tres hermanos hijos del cohetero. hacían unos castillos de luces, toritos y chifladores para las peregrinaciones a la virgen de...(claxonazo, frenón, mentada, primera velocidad, seguir) buenos pa'l fildeo los hijos de la fregada. y eso que tenían los dedos todos mochos.

pasajero: siga derecho por favor

taxista: pero en cada juego los equipos debían llevar una bola nueva y pues los centavos mi joven (el nivel de confianza subía) usted sabe no se dan en macetas. así que se buscaron un patrocinador quien vino siendo don atilano, el único zapatero remendón en varios kilómetros a la redonda. como no sabía jugar pero tenía entusiasmo y pagaba las bolas junto con los refrescos pues lo pusieron de emergente. en una ocasión de puras puntas le pegó a la bola y sabe que hizo don atilano?

pasajero: en la siguiente esquina a la derecha

taxista: le pegó y corrió a tercera (la risa le humedeció los ojos. varios minutos después continuó) pero aún así ganaron el torneo municipal y alquilaron un camión para llevarlos a jugar un torneo estatal. nomas que el camión se metió a la sierra para ganar tiempo por un atajo y nunca más los volvimos a ver, ni rastros del camión, nada.

pasajero: sabe que aquí dejeme aquí por favor, cuanto es, tome, dejelo así gracias...


"dios es mi copiloto" tenía escrito la defensa trasera

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