16.10.03

El hombre sostenía en su mano un billete de doscientos y detuvo el camión.
Peluche en el tablero, un zapatito de bebé colgaba del espejo retrovisor. Tres imágenes religiosas arriba de la caja del dinero. Nombres como "Brayan" y "Deisy Yamile" rotulados en colores que nunca había visto decoraban el resto.

- ¿Compare, no trais feria de cinco y de diez? - preguntó el hombre.

La palanca de velocidades está coronada por una bola de billar número ocho y tiembla al ritmo de un motor que da más ruido por litros de diesel que kilometraje. El chofer con sus lentes "raiban" (aunque eran casi las ocho de la noche) mira en su caja de dinero, hace cuentas piensa y dice:

- No pos, traigo de diez y de cinco, si quieres...


En la banqueta, un indigente con los bolsillos de su chamarra llenos de plástico y periódicos, barría con su escoba a un perro lanudo quien mordía un bote de leche.

Eran las ocho cuando terminaron de cambiar el billete. El camión continuó su marcha.

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