4.10.03

Me hallaron en el parque unas palabras, huían de una platica vacía al otro lado de la ciudad, pidiendo como refugio una hoja y por caridad la tinta de una pluma. Pocas no eran pero tampoco suficientes para ser muchas. Sin saber como mucho menos cuando empezamos a jugar con un perro, la estatua , dos palomas y una banca. Terminamos cuando las rocié con mi lápiz en esta hoja jubilada de una oficina, entre las líneas de una vieja carta mercantil.

Viven ahora más felices, dobladas al final de mi bolsillo teniendo a la pelusa, dos monedas y un cigarro desecho como vecinos. De vez en cuando las saludo y platicamos, para no ser pocas pero tampoco muchas son muy elocuentes.
No les importa que las tomen por locas si las ven hablar conmigo.

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