26.11.03

A decir verdad siempre me gustó la soledad. Pero la soledad acompañada, la soledad de a dos que es tan íntima que los solitarios se vuelven cómplices; muestran su mundo interior de luces y miserias. Y puede uno divertirse, y se puede jugar, se puede amar. Tuvimos y habrá momentos de silencio, pero ese silencio cómplice.

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