11.11.03


A ver qué podemos hacer por él.


- Sí, es un gallo.

Eso dijo el hombre de sombrero blanco ante la mirada que puse por la caja que llevaba sobre sus piernas. La caja, que antes guardó jabones reciclados, tenía orificios hechos con navaja a manera de respiraderos. Era otro día caluroso, y yo estaba de pie, en un camión lleno atravesando la cloaca de Ciudad Industrial para llegar a casa.
Hubo un accidente y el tráfico pasó de normalmente lento a desquiciante. Sentada atrás del de sombrero, una chica vestida de negro dormitaba con la música de sus audífonos a todo volumen. Concentré mis fantasías en sus grandes pechos cuando unos ruidos confusos me empujaron a la realidad. Algunos pasajeros reían por la caja que hacía ruidos de gallo.
Sentada a su izquierda, una señora con cirugía plástica barata cargaba bolsas de plástico húmedas por el sudor de sus brazos.

- ¿ Su gallo es clonado?- Preguntó la mujer apretándose un labio con exceso de colágeno.

- Señora, ¿ usted cree que si tuviera un gallo natural viajaría en camión?

El viejo me miró buscando en la entonación de sus palabras un apoyo. Desvié la mirada a un anuncio de cerveza, después volví con la chica de negro. Estaba sediento de ambas cosas. Cantó el gallo y salieron regaños del sombrero blanco. El viejo hablaba con el animal usando una abertura irregular en la caja; creo que hasta le mentó la madre. El animal no hizo caso o no entendió, porque cantó de nuevo y con más fuerza.

Por las ventanillas vi un tren detenido en las vías, observé claramente las armas de los guardias vigilando los vagones, derritiéndose por un salario apenas superior al mínimo (supe que hace poco mataron por la espalda a un tipo que intentó robar aluminio de un vagón propiedad de la universidad).

El aire no circulaba, los vehículos calentaban aún más el ambiente. Pensé en el gallo, encerrado dentro de esa pequeña caja, asfixiándose.

- Oiga señor, ¿por qué no abre un poco la caja para que respire el gallo?, no se vaya a ahogar.

Un silencio espontáneo inundó el camión.

- ¡ Primero se muere su abuela, cabrón, antes de que a mi gallo le pase algo ¡

La de la cirugía plástica barata reacomodó sus bolsas, la chica de negro despertó para subir el volumen antes de dormirse otra vez, un murmullo caluroso recorría el camión. Alcancé a oír un arma cortando cartucho y un grito de advertencia cuando el tren se retiraba.

Pedí mi bajada murmurando contra el de sombrero blanco y su gallo envuelto en cartón. El camión se detuvo cuatro calles adelante. Mientras bajaba, el gallo cantó de nuevo y escuché las risas de los pasajeros dirigidas hacia mí.

A un cielo gris como mi ánimo subía el humo del escape.


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