5.1.04

Después de las operaciones y tratamientos lo enviaron a una sala de recuperación. La sensación que le provocaba ese dolor y desconcierto invadía su mente. Frente a su cama, una señora con los brazos enyesados lo veía. Al sonar los acordes de una canción romántica Mateo desvió la mirada y la habitación de hospital se transformó en sala de aeropuerto. El estaba de pie junto a la misma señora pero más joven, triste y llorosa, quien discutía e imploraba a un hombre que no la dejara sujetando fuertemente sus manos.
Cuando ella gritó las manos se soltaron y la habitación del hospital regresó. Ambos, Mateo y la mujer, seguían en sus camas.

Pensó que tal vez su imaginación estaba un poco alterada por las medicinas y buscando tranquilizarse volteó hacía el anciano a su izquierda. Una canción de trovador se llevó a Mateo a compartir la mesa de una cafetería con el anciano, escuchando las pláticas arrojadas al viento.
El viejo, la mujer y los demás en el cuarto se castigaban los recuerdos, mostrando a Mateo las cosas que fueron y las que no. Entendió que en cada persona hay mas historias de las que el mundo quisiera saber.

Murió esa tarde de un derrame cerebral mientras escuchaba música clásica.
Su alma fragmentada se infiltró en cada una de las camas.

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