la guarida rebelde

Era otro perro muerto en la avenida sobre un pavimento que hace un momento estaba caliente y vacío. Bastó una coincidencia entre carne y máquina para cambiar eso; el animal distraído en el camino del coche con velocidad suficiente para zafarle la vida. Vagabundo, casero, macho, hembra, joven, viejo, del color que solo en su especie existe, de una raza que viene del apareamiento básico, del doggie style , de un descuido del dueño. No hay prisa por apestar, aún no lo desparraman otros coches. Quizás por eso el hombre de la bicicleta se detuvo a un lado del camino por donde nadie más pasaba en ese momento, miró el cuerpo, la lengua de fuera empapada en un charco de sangre como si estuviera bebiéndola. Lo agarró de las patas para depositarlo con delicadeza sobre el pasto, como si estuviera dormido y no quisiera despertarlo. Le acomodó la cabeza con una caricia inútil para ambos. Montó su bicicleta dirigiéndose a la avenida para cruzarla. Volteó a ver el cuerpo otra vez en lugar del camión que se acercaba a gran velocidad.