7.7.04

Solo en esta ciudad los empleados de paraestatales reciben un pago -y muy bueno- por no solamente no trabajar sino por jugar, dormir, ingerir alcohol; todo ello en instalaciones obsoletas de generación eléctrica gracias a un aún más obsoleto contrato colectivo de trabajo. Solo aquí es posible la insultante pobreza que mantiene medio vivas a las personas con una taza de café negro, un puñado de frijoles guisados y algunas tortillas -todo fiado- conviviendo con un parque para mascotas de primer mundo que incluye agua potable, área especial para los desechos, vigilancia y por supuesto muchos árboles. La ciudad es un sitio de sucesos curiosos donde los infartos cerebrales te dejan sangrando, lleno de moretones y con la nariz rota. El trato a la delincuencia es proporcional a factores tales como apellido, contactos sociales, lugar de residencia, canal de TV que se lleva la exclusiva, etc. En lo último que se piensa es en el delito por sí mismo.

De hecho, es lo último que se hace en esta ciudad: pensar.

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